Texto extraido del libro «El despertar del León», capítulo 1, de David Icke.

Muy pocas personas saben la verdadera respuesta (a pesar de que cada vez hay más personas que sí) porque han estado coaccionadas y manipuladas para considerar que son sus mentes y sus cuerpos. Se miran al espejo y dicen «ésa soy yo», y escuchan la interminable charla del pensamiento que dice en su cabeza: «ésa soy yo». Pero no es así. Ese «yo» no es en absoluto el «yo». Es un vehículo por el cual el verdadero «yo» -la Consciencia- experimenta esta realidad. La humanidad ha estado engañada en demasiados sentidos y de sobradas maneras para identificar el «yo» con la mente y el cuerpo. Esta falsa identidad encierra nuestra atención, nuestra conciencia, en el cuerpo y la mente, y la desconecta así de nuestro verdadero «yo», la Consciencia. Esta situación es crucial para nuestra experiencia y para el mundo que creamos a nivel colectivo, puesto que sus perspectivas son extremadamente dispares. La Consciencia sabe que todo es Uno, mientras que la Mente ve todo en términos separados y divididos. No es erróneo que la Mente esté al servicio de la experiencia de la Consciencia, ya que ése es el rol que debe desempeñar. El problema empieza cuando pensamos que nosotros somos nuestros cuerpos y nuestras mentes. Entonces nos vemos atrapados en una ilusión que creemos real. Es la mente la que nos proporciona la experiencia en este reino de formas o de «cosas», cuando descodifica la realidad vibracional ya que todo es energía, en ilusiones, tales como el «tiempo», el «espacio» y una aparente «fisicalidad», muy parecido a un ordenador que descodifica la información de un disco de software en imágenes, texto y gráficos en la pantalla. El tiempo, el espacio y la fisicalidad no son más que construcciones ilusorias que experimentamos a través de los sistemas de descodificación de nuestra mente y nuestro cuerpo, tal y como explicaré detalladamente. Es muy simple cuando uno descubre cómo funciona todo, y extraordinario cuando descubre cómo difiere la realidad «física» de aquello que pensamos.

El cuerpo y la mente son energía, como todo, y ésta puede fluir libremente (una mente abierta) o ser densa y pesada (una mente cerrada), en función del estado de ánimo de cada uno. Nada provoca más que esta energía se densifique que el miedo y las creencias rígidas. Un fenómeno llamado «mapeo cerebral» significa que las creencias rígidas se perpetúan a medida que el cerebro filtra la realidad para que ésta se ajuste a sus creencias. Cualquiera de ellas limita nuestra capacidad para ver desde todos los ángulos, y también les permite confrontar creencias para dividir y gobernar. Las mentes abiertas que se pueden expandir para conectar conscientemente con la Conciencia Infinita son la peor pesadilla para los manipuladores, que han estructurado la sociedad para hacer todo lo posible por evitar este despertar, esta apertura de la mente. Las creencias rígidas pueden incluso verse en el modo en que las neuronas se conectan en el cerebro, porque forman una red eléctrica que representa la rigidez de la percepción, y las neuronas se activan según la secuencia que representa la creencia. Estas redes se llaman «mapas cerebrales», y se puede resumir con la frase: «Las neuronas que se activan juntas, permanecerán conectadas» las opiniones y las creencias arraigadas crean los densos vórtices y las rígidas redes neuronales. Son estas redes y estos campos de energía de escasa vibración (distintas expresiones de las mismas creencias) los que cierran los canales, nos retienen en la realidad de cinco sentidos y bloquean la conexión consciente con la Conciencia Infinita. Son niveles eléctricos y vibracionales del proceso de filtrado en el que el cerebro elabora la información a fin de que encaje con sus creencias. Estos «mapas cerebrales» de redes neuronales que se activan en una secuencia repetitiva son como los programas de software que se ejecutan en un ordenador: nunca cambian hasta que reescribimos los códigos de software o cambiamos el disco. Los pensamientos rígidos y las emociones de escasa vibración, especialmente el miedo, provocan que nuestros campos de energía tengan una densidad de vibración lenta, lo cual crea un «cortafuegos» con la Conciencia Infinita.

Una importante expresión de estos mapas cerebrales es un fenómeno’ llamado «disonancia cognitiva». Se trata de un desequilibrio de la mente y las emociones que mantiene a la humanidad en una condición de ignorancia y servidumbre. Comprender la disonancia cognitiva es entender buena parte de la condición humana. Básicamente significa tener dos ideas contradictorias entre sí, que principalmente se manifiestan con una creencia que se contradice con la experiencia, la información o el comportamiento. La disonancia (discordia) cognitiva (conocimiento, consciencia) es un estado de estrés y desasosiego interior provocado por la no correspondencia entre la creencia de una persona y su experiencia, conducta o los hechos que tiene ante sí. Con esta corta frase he descrito a la mayor parte de la humanidad y por qué el mundo es como es.

A fin de mitigar la disonancia, el estrés provocado por la contradicción, las personas normalmente (a) descartan la información que se opone a sus creencias sin investigar nada o (b) cambian sus creencias y asunciones a la luz de la nueva información o experiencia. Esta última opción hace que la disonancia cognitiva sea algo positivo. Uno aprende de la nueva información y la experiencia y expande su conciencia. Desafortunadamente, sin embargo, la mayoría de las personas toman la otra ruta e intentan proteger sus creencias de cualquier contradicción, lo cual es especialmente cierto con los creyentes religiosos, los académicos, los científicos, los médicos y aquéllos con una perspectiva política o cultural muy arraigada. Si tienen que elegir entre sus creencias y una comprensión más amplia, siempre se decantan por sus creencias. Eso significa que en su propia mente deben desacreditar al mensajero para, de algún modo, encontrar una explicación convincente y dejar sus creencias intactas. La Sociedad Escéptica estadounidense en realidad es una Sociedad con Disonancia Cognitiva. Su función no es cuestionar información y creencias que se oponen a las suyas, sino desacreditarlas por temor a hallar defectos a sus propias creencias. George Orwell llamó «aceptación de principios contradictorios» a lo que actualmente llamamos disonancia cognitiva: la capacidad de albergar dos creencias contradictorias y aceptar la veracidad de ambas. Su frase «la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza» reproduce el autoengaño de la disonancia cognitiva. Es una pandemia humana y resulta crucial para el éxito del sistema mundial de control. También es un fenómeno de la Mente, no de la Consciencia.

Mientras la Mente se comunica mediante el pensamiento, la Consciencia nos habla mediante el «entendimiento». También se llama «intuición». No es algo que uno piense; es algo que siente, algo que simplemente sabe. Todos tenemos esta intuición hasta cierto punto. Es esa sensación de que uno sabe algo, pero no sabe por qué lo sabe.

 

 

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